jueves, 6 de diciembre de 2007

Continuación…

EN LA MIRA

Genris García

¿Por quien doblan las campanas?

El 25 septiembre 2006, fue asesinado a tiros Facundo Labata, un corresponsal que hizo historia en Los Alcarrizos, por denunciar los males de esa demarcación y quien había advertido que temía por su vida por las denuncias que implicaban a militares y policías en la zona.

Su asesino fue Raúl Delgado Paulino, (Luz Baja), condenado a 30 años de cárcel por el Segundo Tribunal Colegiado de San Cristóbal.

El 14 de abril del 2006 fue asesinado el periodista Jhonny Martínez, 30 años de edad, de 23 cuchilladas, en San Cristóbal. Las autoridades judiciales como policiales atribuían el crimen a bandas juveniles que se dedican al narcotráfico.

El cabo de la Policía Octavio Pérez y Pérez y el civil Antonio Trinidad Candelaria, admitieron haber cometido el crimen ya que creían ¿? que el periodista tenía mucho dinero. Días después el senador Tito Hernández denunció que un testigo del hecho se "suicidó" mientras era interrogado por un ayudante fiscal.

El 2007 transcurre en relativa calma para los periodistas dominicanos, ya no se observan las intolerancias políticas de las largas noches balagueristas.

Cuando las luces multicolores copan la ciudad y se desempolvan los abrigos a pesar de las dificultades económicas, otro colega se siente seriamente amenazado, nos referimos al periodista Robert Vargas.

Vargas es un veterano periodista que no sólo comunica, sino que también contribuye a la formación de miles de jóvenes en su condición de maestro del Liceo Ramón Emilio Jiménez por más de 28 años.

Hoy el colega Vargas está en la mira de desaprensivos, viciosos y desalmados que gozan de la impunidad al igual que los que cegaron la vida de los comunicadores antes citados.

Con Robert Vargas, he compartido mesa de trabajo, sueños profesionales y anhelos por una Patria grande y equitativa para todos. Robert es un comunicador que le pone el corazón a cada párrafo que escribe y se entrega en cada suceso del que es testigo.

En la cercanía de la residencia de Robert Vargas en la calle Marcos del Rosario, en Los Mina, dos colmadones que son el punto, si, punto de atracción de cientos de jóvenes y no tan jóvenes que buscan del néctar de su alegría.

Pero son tan ruidosos, no sólo por las bocinas de los colmados, sino por los poderosos equipos de música instalados en los lujosos vehículos que llegan a los referidos negocios que al parecer aumentan sus ventas en la medida que sube la noche.

Con él se puede estar de acuerdo o no, pero su hoja de servicio profesional es intachable, su pluma no se vende y siempre está apegado a los más sanos intereses de la mayoría.

Botellas, piedras, luego disparos y amenazas de arrancarle la cabeza, porque lo escribió, porque lo denunció, por eso, no debemos cruzarnos de brazos y extender la mano solidaria a Robert, por que “hoy por ti y mañana por mí”.

No pregunte…, pueden doblar por ti…

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